A pocas horas de la segunda vuelta para las elecciones presidenciales en Colombia, que se llevarán a cabo este domingo 20 de Junio, todo apunta a que el próximo presidente de Colombia será el Señor Juan Manuel Santos, quien se proclama seguidor y continuista de la obra del Presidente Uribe, que durante 8 años rigió los destinos de este país con aciertos para algunos y muchos desaciertos para otros.
La llegada al poder del candidato Santos se da por descontado ante los resultados obtenidos en primera vuelta, producto del engrase de las maquinarias politiquera de la clase política tradicional Colombiana, con profundas prácticas del clientelismo, copra de votos y constreñimiento del electorado. Adicionalmente el abierto respaldo e intervención a favor de Santos que ha hecho Uribe, hacen que sus seguidores sean votos endosados a Santos, especialmente todos aquellos beneficiarios de los subsidios de Familias en Acción, guardabosques, desplazados y reinsertados para quienes la chequera del gobierno esta a su disposición.
Y ni qué decir de los demás candidatos que se encontraban en contienda durante la primera vuelta quienes adhirieron a la campaña de Santos anteponiendo a sus ideales (si es que los tenían) al interés burocrático, trofeo de las prácticas corruptas y clientelista que durante muchos años han llevado al ostracismo a que ha sido sometida Colombia por la clase política; pretenden ahora trasladar su electorado que dicen pertenecerles (claro, compra y venta) a las toldas de Santos.
Lo rescatable en estas elecciones es que está sembrada la semilla para un futuro muy cercano; la semilla del girasol y el lápiz ha sido sembrada entre los jóvenes de este país, quienes serán los timoneles de la nación en los años venideros. Esta semilla fundamentada en la legalidad democrática y educación arrastró un número representativo de compatriotas, quienes consideran que hay que darle la vuelta a la manera como se vienen manejando los hilos de esta nación, donde los valores y la ética de las personas son mercancías que se compran por cualquier dinero o puestos burocráticos a cambio.
Este ha sido un movimiento donde el voto de opinión ha sido el único ingrediente para potencializar los resultados electorales obtenidos por el Partido Verde, de tal manera que se convierte en la segunda fuerza electoral del país, por encima de los partidos tradicionales, en cabeza de dos prestantes catedráticos, quienes demostraron durante sus administraciones locales que se puede gobernar y mejorar la calidad de vida de los asociados en el estado de derecho, sin necesidad de recurrir a las practicas deshonesta de corrupción propia de la clase política tradicional.
Le damos las Gracias a Antanas Mockus y Segio Fajardo por lograr despertar entre los Colombianos este sentimiento de recuperar los valores de esta nación que durante mucho tiempo se han perdido por ser nosotros mismos permisivos con la clase dirigente corrupta que dirige este país de tal manera que aun hoy se eligen a las mismas personas o sus familiares de quienes llevan ejerciendo estas prácticas corruptas durante años.
Desearíamos de corazón que los resultados de esta segunda vuelta fueran a Favor de Mockus debido a su gran propuesta por él respeto por la vida, y el mejoramiento del ser humano mediante un proceso educativo de calidad que potenciará el desarrollo social y traerá consigo el crecimiento económico para una nación más justa y menos desigual socialmente.
No siempre la mayoría tiene la razón y en este caso esa mayoría es el producto de la descomposicón social que prolifera en este país, que yo le llamo Ilegalidad Democrática.
Y ni qué decir de los demás candidatos que se encontraban en contienda durante la primera vuelta quienes adhirieron a la campaña de Santos anteponiendo a sus ideales (si es que los tenían) al interés burocrático, trofeo de las prácticas corruptas y clientelista que durante muchos años han llevado al ostracismo a que ha sido sometida Colombia por la clase política; pretenden ahora trasladar su electorado que dicen pertenecerles (claro, compra y venta) a las toldas de Santos.
Lo rescatable en estas elecciones es que está sembrada la semilla para un futuro muy cercano; la semilla del girasol y el lápiz ha sido sembrada entre los jóvenes de este país, quienes serán los timoneles de la nación en los años venideros. Esta semilla fundamentada en la legalidad democrática y educación arrastró un número representativo de compatriotas, quienes consideran que hay que darle la vuelta a la manera como se vienen manejando los hilos de esta nación, donde los valores y la ética de las personas son mercancías que se compran por cualquier dinero o puestos burocráticos a cambio.
Este ha sido un movimiento donde el voto de opinión ha sido el único ingrediente para potencializar los resultados electorales obtenidos por el Partido Verde, de tal manera que se convierte en la segunda fuerza electoral del país, por encima de los partidos tradicionales, en cabeza de dos prestantes catedráticos, quienes demostraron durante sus administraciones locales que se puede gobernar y mejorar la calidad de vida de los asociados en el estado de derecho, sin necesidad de recurrir a las practicas deshonesta de corrupción propia de la clase política tradicional.
Le damos las Gracias a Antanas Mockus y Segio Fajardo por lograr despertar entre los Colombianos este sentimiento de recuperar los valores de esta nación que durante mucho tiempo se han perdido por ser nosotros mismos permisivos con la clase dirigente corrupta que dirige este país de tal manera que aun hoy se eligen a las mismas personas o sus familiares de quienes llevan ejerciendo estas prácticas corruptas durante años.
Desearíamos de corazón que los resultados de esta segunda vuelta fueran a Favor de Mockus debido a su gran propuesta por él respeto por la vida, y el mejoramiento del ser humano mediante un proceso educativo de calidad que potenciará el desarrollo social y traerá consigo el crecimiento económico para una nación más justa y menos desigual socialmente.
No siempre la mayoría tiene la razón y en este caso esa mayoría es el producto de la descomposicón social que prolifera en este país, que yo le llamo Ilegalidad Democrática.
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